Andrea Elizondo
Artista plástica y docente radicada en General Pico. Nació en Buenos Aires en 1972. “Mi placer por las artes nace desde muy pequeña y es durante mi educación primaria gracias al vínculo que establece el colegio San Luis Gonzaga con las artes visuales: visitas a museos, contacto con el maestro Berni y su donación de obras al colegio es aquí que el mundo de la imagen me comienza a definir”.
En el año 1985 me mudo junto a mi familia a la provincia de La Pampa, lugar de donde era oriunda mi abuela materna. Por aquellos años, la actividad cultural en General Pico era incipiente y la localidad se presentaba con una impronta más deportiva que cultural, con lo cual, durante los años de escuela secundaria el contacto con las expresiones atísticas fue casi nulo. Con el correr del tiempo esa actividad fue creciendo dando lugar a pequeños encuentros y salones de pintura, para ese entonces se crea el Instituto Superior de Bellas Artes, lugar al que concurrí, después de abandonar mis estudios en Ciencias Veterinarias, para reencontrarme nuevamente con las artes plásticas.
Egresó en 1999 del Instituto de Bellas Artes de General Pico como profesora de Dibujo con especialidad en grabado. Paralelamente a mis estudios en Bellas Artes comencé a trabajar en la Dirección de Cultura local, en donde me desempeñaba como docente en talleres, pero fue más tarde con la apertura y con un campo cultural más afianzado en la sociedad, que surge el trabajo específico en el área de artes visuales dentro de MEDANO – Multiespacio de Artes del Norte. Hizo talleres con Rafael Gil, Lidia Paladino, Ricardo Crivelli, Andrea Juan, Alberto Sarria, Raúl Santana, Juan Astica, Jorge González Perrin, Calina Juan, Nerio Quinteros en Colombia y con Roger Aguilar en Cuba. Participó en muestras y salones regionales. Obtuvo varios premios, entre ellos el Primer Premio del Salón de Paisaje que organiza la Fundación Banco de La Pampa, con una obra de excelente factura, y vibrante colorido y varios premios más. Andrea Elizondo es una artista singular, sus trabajos son fruto de la armonía de muchos colores y producto de la fascinante mezcla de relieve y pintura; una obra que pareciendo un posible taco de impresión seriada se transforma mediante el color sobre el soporte en pieza única, que además aporta concepto. Autora también de obras mínimas que mediante palabras en enlaces pictóricos logran en un espacio que se presume a compartir una cierta intimidad poética.
En sus piezas se asoman metáforas, símbolos y experiencias personales que se transmutan a experiencias colectivas e universales, zonas en las que percibimos la elasticidad manifiesta entre las composiciones casi circulares y los colores cálidos, en última instancia, tensiones entre la razón y la emoción.